Americana Film Fest 2022: Review de Strawberry Mansion, de Kentucker Audley y Albert Birney

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Americana Film Fest 2022: Review de Strawberry Mansion, de Kentucker Audley y Albert Birney

Uno de los pasatiempos favoritos de todo aficionado al cine indie es aquel pequeño trabajo de investigación que esconde cada nueva película de éxito en el circuito de festivales del momento. Descubrir de cuáles de nuestras películas favoritas de los últimos años han formado parte los miembros del equipo de aquello que acabamos de (o nos disponemos a) ver. En el caso de ‘Strawberry Mansion’, de Kentucker Audley y Albert Birney, disfrutaremos de una considerable cantidad de hilo del que tirar, pues además de aparecer ambos directores (y guionistas) en la misma como intérpretes, ni siquiera se trata de la primera vez que los estadounidenses hacen aparición en el Americana Film Fest.

Anatomía de una voz

Sin ir más lejos, a Kentucker Audley, protagonista de la propia ‘Strawberry Mansion’ apareció en uno de los más queridos éxitos de recientes ediciones del festival: ‘Her Smell’, que a su vez venía cargada de un inigualable plantel de caras conocidísimas en la escena como son Kate Moss, Dan Stevens, o Cara Delevingne. También en el reciente éxito (y eterno debate) en festivales que fue ‘She Dies Tomorrow’, de Amy Seimetz, en la cual aparecía junto a Kate Lyn Sheil, que este año ha protagonizado la fabulosa ‘Kendra and Beth’, de Dean Peterson, que ha formado parte de la sección NEXT del festival. 

Y así, el pequeño árbol genealógico que interrelaciona de una forma casi cíclica esta clase de producciones, hace más interesante si cabe propuestas ya de por sí excelentes como la de ‘Strawberry Mansion’, que nos llevará hasta un futuro próximo de estética colorista y construcciones DIY en que el estado ha controla, mediante grabaciones VHS, incluso los sueños de la ciudadanía. James Preble (Kentucker Audley), estirado y formal empleado del gobierno, es enviado a la casa rosa de Arabella Isadora (Penny Fuller), una excéntrica artista de avanzada edad que pondrá su mundo patas arriba.

Critica de Strawberry Mansion, de Kentucker Audley y Albert Birney
James Preble (Kentucker Audley) conocerá a la mujer de sus sueños (Grace Glowicki)... en el mundo de los sueños.

Otra cualidad del indie es que, a veces, nos ofrece pequeñas perlas desvestidas del cinismo del mundo real. ‘Strawberry Mansion’ pone todo su empeño y cualidades en conseguir alejarnos de una corriente de pensamiento tóxico, incluso cuando su discurso es crítico con problemáticas sociales que se han mantenido universales a lo largo de la historia. A su vez, dicho discurso ha sido también universalizado como el reverso de una moneda en constante circulación. Una crítica que también ha sido romantizada previamente, pero resulta tremendamente efectiva cuando es tratada con la mano necesaria. Tonos pastel, el mundo de los sueños, fantasía infantilizada… elementos que han pasado por las manos que contienen referencias que van de Wes Anderson a Christopher Nolan o de Tim Burton a Michel Gondry. Pasando por algún guiño puntual muy loco que nos refiere, por ejemplo, al ‘Poltergeist’, de Tobe Hooper.

Pero, alguien dijo una vez que todas las historias han sido ya contadas, pero no todo está dicho. En el caso de ‘Strawberry Mansion’ existe una vocación de emocionar a través de la belleza que a su vez utiliza este espíritu infantilizado para cubrir una falta de presupuesto de aquellas que agudizan el ingenio. Toda estética tiene cabida en la película, desde las maquinarias y fisonomías de papel maché al stop motion y el forzado y llamativo croma. Un colorido collage que rima a la perfección con la voz redentora de Audley y Birney, que, con melancolía, construyen la película que google no quisiera que vieras.

Todos nuestros sueños conviven en Strawberry Mansion

Pues, pese a lo universal y atemporal de su núcleo temático, la crítica de ‘Strawberry Mansion’ sabe adaptarse de maravilla a la época de las cookies y los anuncios personalizados. Un momento en el que, más que nunca, ejercemos de estudios de mercado incluso cuando nos encontramos en aquello que consideramos intimidad. El candente debate de los límites de la privacidad se rodea de fantasía del mismo modo que lo hacen las redes sociales a la hora de estudiar nuestros hábitos y rutinas de consumo. Sin embargo, la película decide afrontar esta crítica desde la suavidad del romance, dejando en la mera exposición el cuestionamiento. Es cierto que, en cuanto a ello, la película termina resultando fiel a sí misma. Pues siempre se la ve mucho más interesada en la idealización de la fantasía que en extender ninguna clase de juicio moral.

Para ello ponen mucho de su parte un plantel de actores que si bien no llegan a sobresalir por encima del creativo mundo que les rodea (tampoco se llega a pretender nunca) si están en perfecta sintonía con esta dimensión de distendida locura. Cargados con arquetipos básicos, cada uno de los personajes se encargan de enriquecer un lienzo en el que apenas parece quedar espacio para delinear. Audley, por su parte, salpimenta de melancolía la colorida fábula que tan bien dibuja una magnífica y encantadora Penny Fuller. Por su parte, Grace Glowicki suma magia con su mera presencia a través de un personaje angelical encargado de guiar a su protagonista a la vez que el espectador por los recovecos del imaginativo pero ya visitado, mundo de los sueños.

Por redundantes que puedan resultar, siempre habrá espacio en el mundo de las historias para propuestas como estas. En un mundo sobrecargado de ansiedades, películas como ‘Strawberry Mansion’ ejercen de alivio porque nos ayudan a enfrentar la problemática. Resulta placentero seguir viendo como el indie es capaz de seguir regalándonos voces tan apasionadas como esta. Y saber que el Americana Film Fest estará ahí para acercárnoslas.

A recordar:  Por supuesto, el diseño de su mundo de sueños. Cargado de humor e imaginación.

A olvidar: Que todo nos suena a conocido pese a que nos fascine.

 Por supuesto, el diseño de su mundo de sueños. Cargado de humor e imaginación.

Que todo nos suena a conocido pese a que nos fascine.

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