#Americana2021 – The Last Black Man in San Francisco

0 Flares Filament.io 0 Flares ×

Uno de los títulos más grandes y esperados de este Americana2021 ha sido sin duda la nueva propuesta de la productora A24, que en los últimos años ha acaparado el interés de los asiduos a lo independiente hasta casi monopolizarlo. El estudio se identifica con un sello estilístico que no teme a ningún género y se propone ofrecer experiencias habitualmente singulares y novedosas.

La ópera prima de Joe Talbot responde a estos cánones de manera casi mesiánica. Hay un patrón de estilo no estrictamente basado en el uso del lenguaje y pese a ser este el lecho sobre el que se cimienta The Last Black Man in San Francisco, sus virtudes van infinitamente más allá de cualquier convención.

Estamos ante una película única y únicamente extraña. Trágica en lo mundano, pero a su vez terriblemente lirica y onírica sin hacer distinción entre sueño y pesadilla. Su director propone teatralizar una propuesta brutalmente cinematográfica en que la cámara se mueve y coloca siempre con un gusto estético que obvia el capricho en todo momento. Talbot juega con los encuadres y movimientos, llegando a lanzar la cámara por los aires con una exactitud tan milimétrica que sorprende que sea capaz de evocar de una forma tan viva.

En esta película hay cuentos. Cuentos de reyes y castillos. Reyes y castillos que nacen de la capacidad del ser humano para romantizar el pasado. Jimmie Fails (cuyo personaje conserva el mismo nombre y objetivo vital) es un rey pobre y nostálgico en busca de identidad. Su castillo soñado se encuentra en San Francisco y es de madera. Se trata de la casa victoriana que su abuelo construyó y que representa para él un estandarte de un tiempo pasado jamás vivido. Un tiempo en el que poder marcar la diferencia y en el que el orgullo por lo creado significaba algo. Un tiempo previo a que la segregación azotase esta tierra mágica pero peligrosa que es San Francisco.

The Last Black Man in San Francisco juega con términos muy ambiguos y un sentimiento muy arraigado que la mayoría es posible que no haya sentido, ni probablemente sentirá nunca. Pero eso no impide que nos empapemos de la tristeza que emana del núcleo de sus personajes. ¿La obsesión de Jimmie le impide ver más allá, o es que más allá de su obsesión no hay nada para él?

La película se mueve continuamente en un universo que responde a la interpretación de sus dos brillantes protagonistas. Dicha interpretación se transfigura en decisiones estéticas que no se ven limitadas por la realidad. Esta expande sus barreras para abarcar conceptos que no tan solo ponen en juego la fantasía excéntrica y brumosa sino también una épica emocional que aporta verosimilitud a una historia en aquello que no se verbaliza.

La oportunidad de descubrir una de las películas mas singulares de 2019 y del panorama independiente de los últimos años que ha brindado el festival a sus espectadores es absolutamente única. Tal vez el miedo a extraer de su hábitat natural el sentimiento al que The Last Black Man in San Francisco aboga ha impedido que su recorrido sea mas extenso. Pero que este temor no se contagie a sus espectadores, pues la elocuencia emocional con la que juega la película transforma su ambigüedad  narrativa en un lenguaje universal. Una experiencia prácticamente imposible de ser comparada.

A recordar: El virtuosismo de Talbot a la hora de componer más allá del simple gusto estético.

A olvidar: estancarse en la búsqueda de simbolismos de los que nos creemos exentos.

Deja una respuesta