Review de Vortex, de Gaspar Noé
'Vortex' es uno de nuestros 10 estrenos destacados del mes de Julio. Descubre cuales son los demás en el artículo.
El director franco-argentino Gaspar Noé se ha ganado el título de enfant terrible a base de provocación y artesanía. Su sello se imprime en sudor, sangre y demás fluidos en su cine, revolviendo patios de butacas y creando adeptos y detractores allá por donde pasa. Pero, ¿qué ocurre cuando el gamberro de la clase se pone sobrio? ¿Se lo tomará alguien en serio? ¿Estará a la altura? Su última película, ‘Vortex’, responde con contundencia estas preguntas.
‘Vortex’ retrata los últimos momentos de una pareja de ancianos que viven rodeados de recuerdos en su pequeño apartamento en París. Elle cada vez olvida más cosas. Ni siquiera reconoce ya a su marido Lui, que sufre de problemas cardíacos. La vejez y la enfermedad presagian el final de este sueño dentro de un sueño que es su vida.
El horror silenciado
‘Irreversible’ (2002), ‘Enter the Void’ (2009), ‘Love’ (2015), ‘Climax’ (2018),… Por un lado u otro el cine de Gaspar Noé siempre ha levantado ampollas por su extremismo formal y conceptual. Sus películas tienden a presentar un discurso tan ácido como cínico que siempre pone en tela de juicio la pregunta “¿todo vale?”. Sin embargo, más allá del debate superfluo, existe una artesanía y una voz con la capacidad de responder a esa pregunta. Y es que, al final, cualquier nuevo estreno del director franco-argentino siempre generará un interés que terminará yendo más allá de la mera curiosidad y morbo.

Su nuevo trabajo, ‘Vortex’, se aleja sorprendentemente de la provocación más explícita, sin perder por el camino ni un ápice de lo que, al final, hace grande de verdad su cine. En esta ocasión estamos ante un relato intimista plasmado desde un realismo carente de magia. El fin de una historia que, por desgracia, casi todo el mundo conocerá por cercanía. La vejez, un miedo atávico que convivirá con nosotros toda nuestra vida, pero que parece esconderse bajo un manto de forzada ignorancia, le sirve a Noé para exorcizar más que nunca sus demonios. Pues queda claro que este es el trabajo más personal del director, pese a que en primera instancia parezca alejarse de su estilo habitual.

En el acercamiento realista de ‘Vortex’ se encuentra la capacidad de emocionar, ya sea apelando al corazón o a la entraña
Sin embargo, casi todo lo que uno espera del cine del director está concentrado en ‘Vortex’. Un trabajo en que la violencia emana de un modo distinto. Menos explosivo, pero igual de tóxico. Y para ello Noé se acerca a su público abriéndose en canal pese a que la película no sea de carácter autobiográfico. En cuanto a las formas, Noé vuelve a utilizar la pantalla partida para narrarnos una división emocional tan obvia como bien sintetizada. El uso del recurso es esta vez más efectivo de lo que resultaba en la curiosa ‘Lux Æterna’. El control de los timings en ‘Vortex’ está especialmente afinado, dejando paso a una narración fluida, orgánica y realmente elocuente en su carácter improvisado. Noé consigue crear vida (y su ausencia) mediante recursos que pasan de nuevo por el extremismo, de un modo muy distinto al habitual. Los primeros veinte minutos de la película pueden ser una prueba de fe para muchos, pero la recompensa es cuantiosa, a la vez que dolorosa.
Los abuelos de una generación
Sorprende la elección de Dario Argento, director de grandes obras maestras del terror italiano como ‘Rojo Oscuro’ (1975) o ‘Suspiria’ (1977), como protagonista. El mismo Noé nos contaba en la presentación de la película en el cine Phenomena (cine que con su nombre conmemora otro de los grandes títulos de Argento: ‘Phenomena’, de 1985) de Barcelona que, cuando concebía la película, su amor por el trabajo del director italiano y la cercanía que sentía hacia él, le ayudaron a personificar al personaje de Lui. “Era como mi abuelo”, decía. Y es cierto que, dado que el público afín al cine de Gaspar Noé lo será muy posiblemente también del de Dario Argento, se crea un vínculo emocional inmediato al verlo en pantalla. Además, su interpretación está más que a la altura de las circunstancias.
Menos sorprende la elección de una incontestable Françoise Lebrun como Elle. Su interpretación es tan delicada como demoledora. La actriz francesa carga con el peso de un personaje atrapado en un limbo entre el entendimiento y la demencia y es capaz de hacerlo suyo de un modo tan orgánico que traspasa la pantalla. La relación que mantienen ambos personajes y el punto de melancólica y brillante lucidez que aporta Alex Lutz en el papel de Stéphane, el hijo de la pareja, son el palpitante corazón de la película. Un trío protagonista cuyas interpretaciones se nutren las unas de las otras en una hermosa comunión.
Tan lejana de su universo como pueda parecer, ‘Vortex’ es posiblemente el trabajo más redondo de Gaspar Noé. En la contención encuentra una nueva forma de mostrar el horror. Un horror personal, cercano y humano. Un horror capaz de convencernos de que existe mucho más que provocación en su cine. Lo que puede percibirse como una bestia domada es en realidad una depuración de la visceralidad con la fuerza de siempre pero, en esta ocasión, exenta de cinismo. Sorprendente, pero tremendamente verosímil. En el acercamiento realista de ‘Vortex’ se encuentra la capacidad de emocionar, ya sea apelando al corazón o a la entraña. Y es que donde Michael Haneke se mostraba (de nuevo) gélido e inaccesible contando una historia muy parecida con ‘Amour’ (2012), Noé abraza una oscuridad, si cabe, más profunda, a través de la cual crea pequeños rayos de luz que, si bien no sanan, si alivian.
A recordar: Un trío protagonista sobresaliente capaz de arrojar algo de luz entre la abrumadora oscuridad.
A olvidar: que se perciba como un trabajo comedido cuando en realidad es tan visceral como de costumbre.


Un trío protagonista sobresaliente capaz de arrojar algo de luz entre la abrumadora oscuridad.
que se perciba como un trabajo comedido cuando en realidad es tan visceral como de costumbre.