DeadPool 2

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¡Ya está aquí, ya llegó! El mercenario bocazas está de vuelta, y le estábamos esperando con ansia de la buena. Después del buen resultado que dio su primera entrega poco se ha hecho de rogar su secuela directa. La cosa pintaba muy bien pero las expectativas estaban muy altas. Peligro.

Sin embargo: tranquilos. Misión cumplida. DEADPOOL 2 da todo lo que uno espera de ella, que es simplemente que multiplique su potencia por la cifra más elevada posible. Mas bestia, mas gore más meta y si cabe más graciosa. La regla de la secuela seguida al dedillo y con la buena letra de Reynolds, que a estas alturas deja de ser simplemente guionista y actor principal. Deadpool se ha convertido en un alter ego incluso fuera de la pantalla, y él aprovecha esto con un disfrute contagioso que le aporta muchísima vida al mundo que ha creado. Quizás es por esto que ambas entregas se sienten tan vivas.

De hecho, si hay algo que se pueda recriminársele a la película es lo mismo que podíamos decirle a la primera. Que su trama principal es simple y está más vista que el tebeo, (de hecho…). Sin embargo, la cosa queda contrarrestada con el humor socarrón y la auto parodia que hacen la identidad de la franquicia. Franquicia que sigue sin tener límites a la hora de mezclar, y se cuela de nuevo en otras películas a base de referencias más acertadas que nunca. Además, el timing es perfecto, pues la película se ha estrenado en el momento perfecto.

Obviamente, la comparación directa por cercanía temporal va a ser con INFINITY WAR, ocasión que la película no deja escapar a la hora de crear gags.

Además, en este caso la presentación de nuevos personajes, e incluso un acercamiento mayor a los X men, hace coral la película, haciéndola aún más cercana a la guerra del infinito. Sin embargo, aquí la estrella sigue siendo Pool, y no va a desaprovechar ocasión alguna para recordárnoslo.

En este caso, la melosidad de la trama central da una vuelta de tuerca, y pese a no ganar especialmente en originalidad, si lo hace en sorpresa de cara al espectador. No solo en cuanto a los actos si no en cuanto a la estructura de la propia trama, que deja algo de lado la linealidad, dentro de sus cánones. En cuanto a verosimilitud la cosa funciona gracias a que Reynolds decide girar a toda potencia la manivela de la locura y apostar por un absurdo mayor que el de la anterior entrega. Con ello una historia que a priori podría estar cogida con pinzas fluye sin problema ante nuestros ojos gozosos.

En este caso la trama se centra de nuevo en el plano emocional, pero haciendo hincapié en sentimientos menos comunes, lo cual también ayuda a que la sensación de reiteración se diluya. Al final todo no deja de ser un guion sencillo, que no simple, camuflado en un envoltorio tan extremo que lo aparta de caer en lo habitual. Y es que lo importante de una nueva entrega de Deadpool es que podamos quedarnos con frases que repetir a la salida. Que disfrutemos de manera intensa y no reflexiva en la sala y que nos sintamos parte de un fenómeno fan que ha costado sangre sudor y lágrimas a público y creadores.

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