El Otro Sr. Klein (1976)
¿Qué pasaría si un día te acusan de un crimen que no has cometido? ¿Y si el verdadero culpable solo ha cometido el crimen de ser de una religión concreta? Esto pregunta y trata de resolver Monsieur Klein (1976).
Ambientada en la Francia ocupada por los nazis en 1942. La película nominada a la Palma de Oro de Cannes en 1976, nos cuenta la historia de Robert Klein (Alain Delon), un comerciante de arte parisino que compra pinturas por cuatro duros a coleccionistas judíos que buscan cualquier forma de escapar del país. Un día, el señor Klein aparece como el destinatario de un periódico judío. Primero intenta sugerir que se trata de un error al existir otro Robert Klein, pero poco a poco se va adentrando a una creciente represión policial de la que no podrá escapar al no poder demostrar su procedencia.
Con muchísimos tintes kafkianos, la película está dirigida maravillosamente por Joseph Losey, director de otra obra maestra del séptimo arte como es “The Servant” (1963), una película que ya nos proponía reflexionar sobre los privilegios y los cambios de posición de forma perversa. Se nota la mirada de un director experimentado. Ya que gran parte del film que hoy analizamos se mantiene en silencio, combinando planos largos y movimientos de cámara contenidos, llenando el conjunto de imágenes elegantes y sugerentes que juegan con la atmosfera de misterio que respira la cinta. Esto, jugado de forma excelente con el rostro magnético de su protagonista (y principal productor), Alain Delon (guapísimo en esta cinta, por cierto), crean un juego participativo donde el espectador no es consciente tampoco de lo que va a suceder, descubriendo junto al anti-carismático Robert Klein los problemas de ser confundido con otro.
La fotografía, obra de Gerry Fisher, filmada en Eastmancolor y Panavisión, empapa el film de imágenes preciosas en tonos grises y azulados fríos, aportando una riqueza extra muy acorde con el aura de misterio que respira la cinta.
El guion corre a cargo de los grandísimos Costa-Gavras y Franco Solinas, unos expertos en hacer cuestionar al público los estatutos de gobiernos corruptos o aspectos putrefactos de la sociedad. Y es que la trama de Monsieur Klein nos invita a reflexionar. Mucho. Por una parte, empatizamos con nuestro protagonista. Ser acusado de algo que no eres ni has hecho es terrible, más si las consecuencias pueden ser fatales. Pero poco a poco nos vamos adentrando en la cruel naturaleza humana y nos cuestionamos quiénes somos nosotres para decidir sobre una vida ajena.
¿Acaso nuestra vida tiene más valor que de cualquier otra persona? ¿No es también algo muy egoísta cargarle el muerto y sus consecuencias a otra persona cuyo único crimen ha sido nacer judío?
En definitiva, Monsieur Klein es una gran propuesta que mezcla misterio, crimen y drama con un toque de antibelicismo y cuestiones de identidad muy propias de las obras de Kafka. Una obra con la que reflexionar sobre el autoritarismo, el control policial y la represión de tiempos pasados que, por desgracia, aún siguen vigentes en muchos aspectos en nuestros días. Sin duda, una propuesta que te atrapa de principio a fin con un contundente y bello final.
A recordar: su capacidad para hacernos reflexionar y descubrir una trama cocida a fuego lento.
A olvidar: que pueda pasarse de reflexiva / contemplativa.