#Americana2021 – Feels Good Man

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Hay algo extrañamente significativo en una película cuyos créditos deben reflejar el trabajo de documentación mediante, principalmente, foros de contenido y páginas de memes. Dejar constancia de la autoría de dichos memes no es solo una consecuencia temática muy acorde con la base del discurso de un documental maravilloso, sino también una prueba de que internet está cambiando el concepto base de la narrativa.

Feels Good Man es un documental con una virtud narrativa desbordante. Cierto es que lo sorprendente de su descabellada historia engancha por si solo, pero sin la capacidad de construir de su director Arthur Jones es de afirmar que en pantalla era imposible sustentarla durante hora y media. Temáticamente es cierto que la mayoría de componentes reman a favor del viento. El componente social se encarga de crear héroes y villanos por si mismo, y tampoco hay necesidad de profundizar en las dualidades por ambos lados. Por lo obvio, y por evitar poner el megáfono en manos de quien no debería usarlo. Este punto de vista es verbalizado en la propia película de forma casi inconsciente por el creador de Pepe the Frog, Matt Furie. Abrumado por la vorágine de impensables acontecimientos, declara que él no querría verse victimizado por todo esto. Poco antes hemos leído a alguien anónimo en 4chan decir que Pepe se ha convertido al fin en un mártir.


Posiblemente la mayor de las virtudes de Feels Good Man no sea la capacidad de exponer a aquellos que a diario lo hacen por si solos pese a la capa de invisibilidad que internet otorga. La verdadera magia de todo ello está en su capacidad de hablar de forma terriblemente elocuente de muchos de los males de nuestra era. Conflictos que van desde lo concreto como son la propiedad intelectual o el encierro voluntario del autodenominado colectivo NEET hasta la ética periodística o la ira colectiva. Jones pone en contexto, a modo de cimentación, la revolución del meme externalizándola mas allá de las pantallas y quien hay detrás. Se presenta una revolución silenciosa, invisible, pero plagada de relaciones causa-efecto que gran parte de la población desconoce, y que incluso podría ser inexistente de no haberse nombrado nunca. El fantasma eterno de movimientos totalitaristas obviados de su magnitud vive en cada uno de nosotros y será activado en mayor o menor intensidad según a quien le demos permiso para entrar en nuestros ideales. Esta idea, aterradora como es por si misma, es plasmada con la contundencia ideológica, pero ambigüedad estética de la clandestinidad colectiva.

La constante aparición de un imaginario cartoon obviamente sustentado en los orígenes del personaje -a los que la película quiere honrar- y como este degenera a medida que la idea se va tornando no solo oscura sino disonante, alcanza en momento cotas de cine de terror. Y es precisamente por que se ha elegido, muy acertadamente, narrar en el idioma en el que la historia real fue comunicada. El de la ligereza y el color, fácilmente transformable en cuanto se saca de contexto.

La historia de Matt y Pepe no se cuenta sola, pues está construida en la comunidad y se forma a través de todos los recovecos de las filias y fobias de cada uno de aquellos que han participado. Pero desde luego es el punto de vista de su protagonista humano el que hace que Feels Good Man no sea un batiburrillo de ideas lanzadas sin ton ni son. Y es que incluso cuando la película divaga, nuestro subconsciente no pierde la dirección.

A recordar: La capacidad de contener un número tan elevado de ideas y que su peso no la haga descarrilar en ningún momento.
A olvidar: el momento más oscuro de la existencia de Pepe.

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