Review de ‘No Respires 2’, de Rodo Sayagues

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Fede Álvarez trabajó en “No Respires” con muchos elementos de complicada fusión. Estos no eran necesariamente antagónicos entre sí, pero podían hacer tambalear la homogeneidad del producto final de una forma que al espectador le resulta, a día de hoy, demasiado conocida.

En cierta forma, el buen hacer de Álvarez como director y guionista hicieron que la película original destacase por encima del producto medio. Consiguió evitar relevar el concepto al subproducto. Consiguió evitar meterse en muchos de los charcos de los que No Respires 2 no consigue salir.

Y es que los problemas de esta secuela, dirigida esta vez por el pupilo de Álvarez: Rodo Sayagues nacen de una base poco solida de por sí. De hecho, es complicado redactar incluso una sinopsis certera, lo cual es ya reflejo de lo dubitativo de su guion. En esta ocasión el hombre ciego, que tanto aterrorizó a sus invasores, deberá enfrentarse a otro grupo de asaltantes que irrumpen en su casa con muy malas intenciones.

Por su propio génesis, era muy complicado construir una secuela de una película como esta sin limitarse simplemente a repetir el esquema de la primera entrega. Y, desde luego, no se puede decir que no haya intención de no caer en la mera fotocopia. Una intención que se percibe más desesperada que legitima. Y es por ello que, al final, la película sigue funcionando mucho mejor cuando si se limita a seguir este esquema de nuevo.

Tal vez el mayor error sea haber construido esta secuela como una película de personajes. Siendo, precisamente, su primera entrega una de situación. En aquella sus protagonistas eran casi meras excusas para conseguir que un cumulo de consecuencias resultaran en una explosión de tensión y desasosiego. Álvarez tenía muy claro lo que quería generar. Sin embargo, esta vez, la película parece no saber en ningún momento a que apelar y, por ello, recurre constantemente al giro fácil y tramposo para adornar una narración en constante peligro de derrumbarse.

Resulta, como mínimo, curioso que esto sea así, teniendo en cuenta que el elemento que luce menos cuidado es el guion. Este está escrito de nuevo por Álvarez y Sayagues, como llevan haciendo desde el principio con el magnífico remake de “Posesión Infernal”, pero resuelto de manera mucho menos redonda que de costumbre. Pues no son tan solo los giros -que se apoyan en cierta forma en el carácter más actioner, e incluso en la figura de Stephen Lang en sí misma-  de esta segunda entrega, en que el terror queda mucho más apartado, lo que devalúa el resultado final sino también lo difícil que se pone a sí misma la película el elegir bando.

Pues pese a que el punto de vista se mantiene fijo y esta vez invertido respecto a la primera entrega, el público tendrá realmente difícil (si no imposible) empatizar con ningún personaje. Tanto el pasado del hombre ciego, como sus acciones y actitudes en esta nueva entrega juegan en contra de las propias intenciones de la historia, que trata desesperadamente de darle al espectador algo a lo que agarrarse.

Lo que si vale la pena destacar es el buen hacer de Sayagues tras las cámaras. Es realmente placentero encontrarse con óperas primas tan visualmente contundentes. Su estilo está aún por definir y pulir, y se aleja del cálculo milimétrico de su mentor en la anterior entrega, pero su manejo de los timings y el control que demuestra en las escenas de acción (algo desmerecidas por el montaje, eso si) son envidiables. Además, se agradece que no se corte con la manera que tiene de mostrar lo escabroso en más de un momento.

Al final, la sensación con la que uno se queda tras ver No Respires 2 es la de una película de grandes intenciones, pero un punto de vista erróneo. Por suerte su cometido de entretenimiento festivo lo cumple con creces. Pero la búsqueda (y no encuentro) de algo más empaña demasiado el resultado final.

 

A recordar: como siempre, la presencia de Stephen Lang. Y como Rodo Sayagues salva la papeleta con su buen hacer tras la cámara.

A olvidar: su lucha interna por llegar a donde nunca consigue.

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