Nomadland
Desde el punto de vista antropológico los “no-lugares” nos despojan de identidad. Esas estancias que son de paso principalmente; estaciones de tren, lavanderías, gasolineras, autopistas, etc… Como la ventanilla de la camioneta de Fern (Frances McDormand), la protagonista de esta historia, al viajar, poco a poco deja de ser ventana y se convierte en marco y en espejo de quien mira. En cierto modo los “no-lugares” nos liberan de nosotros mismos, y es en ese tránsito, y en ese diálogo silencioso que se mantiene con el paisaje vaciado, el único rostro, la única voz que toma forma de una soledad tanto o más desconcertante en la medida que evoca a miles de “otros.”
Con tres películas en su haber, Chloé Zhao sigue coqueteando con el registro documental. Se diría que estamos cerca de una renovada concepción del neorrealismo, pero a la americana. De aliento poético, tratando siempre de reformular ciertos códigos de la ficción desde una mirada plenamente humanista.
Poblada de “no-actores” Nomadland echa raíces y verdadera hondura emocional en esa tierra árida donde la mitología del sueño americano se hace carne, se encuentra y se pierde en el vasto horizonte de la carretera y en el rostro de estos “nómadas”, que ocupan esos “no-lugares”, despojados de una identidad materialista en un mundo eminentemente capitalista.
Como en las “Uvas de la Ira” novela de John Steinbeck, los personajes de Nomadland arrastran los desastres económicos acaecidos en la sociedad estadounidense en este inicio de siglo XXI. De hecho, hasta cierto punto, Nomadland es la expresión o reformulación del sueño americano. Ya en su origen un país construido en base a la figura del nómada, aquellos que cruzaron las tierras americanas en busca de prosperidad.
Tras perderlo todo, Fern toma su camioneta y se pone en camino para explorar una vida fuera de las convenciones sociales. Lejos de lo que está lejos, Fern hace del peregrinaje su propia condición de ser y estar en el mundo. Transita por espacios y modos de vida cada vez más abiertos, más desprovistos de nada, conociendo y reconociéndose en la mirada de los demás, desdibujando estigmas, bordeando el vacío; desde la certeza de lo perdido camina Fern y la interpreta McDormand. Y sobran las palabras, todos los elogios son pocos.
Las puestas de sol, el horizonte, las formaciones rocosas… es cine forzosamente crepuscular, melancólico, que reclama para sí la virtud y el asombro por lo desconocido. A ratos parece no seguir un rumbo preestablecido, como haría una road-movie al uso, sino que se va construyendo a partir de pequeños hallazgos luminosos. Sí, luminosos, a pesar de la desolación que también es capaz de capturar, Chloe, con su mirada serena deja brecha para que se cuele un halo de luz.
Se dice que domesticar la vida, entenderla, es una de las funciones del arte, junto con lo de poner de manifiesto el misterio que le rodea. Darle una dimensión tal vez alegórica, lírica. Ser testimonio de otras realidades, darles voz, cobijo. Nomadland es todo eso, es un ensayo que en parte explica a todo un país.
A recordar: La serena mirada de Frances.
A olvidar: Quizás que no busque una mayor trascendencia política en su mensaje.
“Nomadland” es una de esas películas que quiero ver, que se donde están, pero necesito encontrar mi estado de ánimo (y mira que me encanta Frances), pero la veré, y más después de haber leido tu crítica.