Review de ‘El Callejón de las Almas Perdidas’, de Guillermo del Toro

0 Flares Filament.io 0 Flares ×

‘El Callejón de las Almas Perdidas’  uno de nuestros estrenos destacados de enero. Consulta el resto aquí.

El primer largometraje de ficción post-Oscar de nuestro querido Guillermo del Toro nos llega de una forma más reconocible. Con un valor estético y temático de inequívoca identidad que esta vez viene sustentado por una historia ya contada en la gran pantalla. ‘El Callejón de las Almas Perdidas‘ es el remake de la película del mismo título (‘Nightmare Alley’) que rodó Edmund Goulding en 1947. Cine negro de calado psicológico que se recrea en la carga de la culpa y se dibuja a partir del freakshow de circo y de alta alcurnia.

Huyendo de su pasado, Stanton Carlisle (Bradley Cooper) llega a una feria de la que terminará formando parte gracias a la promesa de asilo y sueldo. El paso del tiempo y sus ganas de aprender hacen que Carlisle se integre a la perfección en el mundo de los fenómenos. Con la promesa del éxito gracias a los conocimientos obtenidos terminará huyendo junto a su enamorada Molly Cahill (Rooney Mara), para montar su propio espectáculo de parapsicología.

El pasado es imborrable

Desde luego las bases del proyecto son ideales para formar parte del universo de del Toro. Sin embargo, y tan obvia como puede parecer la maniobra, esta es una readaptación cubierta de recovecos por los que puede escaparse (y se escapa) el relato en su forma más puntillosa.

La película original de Goulding fue un absoluto fracaso en taquilla por escapar a las convenciones a las que el público del momento se aferró con desmesura. En ella el personaje principal, interpretado por un soberbio Tyrone Power, se mostraba despiadado y mezquino de un modo injustificable. Un villano en toda regla situado en el papel protagonista. El texto jamás buscó dicha justificación y esta solo se hace palpable en su impostado e inoportuno final de estudio víctima del buenismo del Hollywood blanqueador. La película, eso sí, ha sido reivindicada como la joya que es muchos años después.

Tragedia en dos actos

En esta nueva versión, Guillermo del Toro convierte a Bradley Cooper en un galán del cine negro, jugando con el tópico hasta retorcerlo lo suficiente como para justificar el cambio respecto al trabajo original. La película se fracciona muy claramente en dos mitades muy distintivas. Y, especialmente durante la primera, Cooper se mostrará, mediante el silencio y la escucha, muy centrado en la búsqueda de redención. El director mejicano juega a la ambigüedad tanto para aquellos que llegan vírgenes al relato como para los que no. El personaje de Cooper vaga por territorio circense empapándose de lo mejor y lo peor de sus compañeros. Aprendiendo (y aparentemente, disfrutando) de la capacidad de creación que otorga el espectáculo, y a su vez desentrañando el poderoso arte del engaño. 

En la segunda mitad de la película, Mara y Cooper pondrán a prueba su capacidad creativa y lidiarán con las peligrosas consecuencias de sus malas artes. Por desgracia, ella terminará en un poco agradecido segundo plano que no hará especial honor a una tan ambiciosa elección de casting.

Este segundo acto se sustenta, sobre todo, en el toma y daca de pura ambición al que juegan Carlisle y la doctora Lilith Ritter, interpretada por una fascinante Cate Blanchett. En la silenciosa disputa de poder que lidian ambos actores reside gran parte del encanto de esta segunda mitad, mucho más obvia en trama y discurso. Esta es, a su vez, llevada al extremo en términos interpretativos. Del Toro disfruta en este segundo tramo de la construcción de las formas del noir que tan latente se ha encontrado siempre en su cine. El erotismo palpitante y perpetuado de un modo absolutamente explícito en los gestos, miradas, acercamientos y diálogos de ambos personajes es otro de los puntos a favor de esta reformulación de la historia. En el momento que empiezan a coexistir, ninguno de los dos personajes tiene sentido el uno sin el otro. Esto le otorga a Blanchett la oportunidad de ejercer su papel de femme fatale del modo más deliberadamente salvaje pero, a su vez, milimétricamente calculado mientras que le permite a Cooper empezar a desvestir su psique (de cara a sí mismo y al espectador) dejándose caer en una vorágine de psicoanálisis, alcohol y engaño.

Imperfecta resurrección

Lo que termina resultando más interesante de ambas partes de ‘El Callejón de las Almas Perdidas’ es la audacia de la que hace gala Guillermo del Toro a la hora de devolver a la vida un género tan añorado como relegado al pasado, al menos en su forma más pura. La vuelta del cine negro a la gran pantalla durante unas (excesivas, eso sí) dos horas cuarenta no busca más justificación que la del placer de su existencia. Y es que, más allá de lo redondo o no del resultado, vale la pena dejarse caer por la feria del homenaje de Del Toro para deleitarse con su siempre exquisita estética vestida, esta vez, de más que simple cariño por el pasado.

A recordar: volver a disfrutar de un noir tan puro en pantalla grande y que Guillermo del Toro le de a la historia el cierre que lleva más de 70 años mereciendo.

A olvidar: La montaña rusa de altibajos que sufre en cuanto a aciertos, especialmente cuando se la compara con la obra original.

Deja una respuesta