Review de ‘El Método Williams’, de Reinaldo Marcus Green
‘El Metodo WIlliams‘ es uno de nuestros estrenos destacados de Enero. Puedes consultar el resto aqui.
Sin ánimo de ponerme estupendo quisiera poner en valor la corrección política cuando es síntoma de inclusión y avance social y moral. Siempre he creído que bien entendida, y a través del arte, las bondades de lo políticamente correcto se adhieren a cierta función constitutiva y civilizadora, al menos reafirmatoria, especialmente en sus corrientes más amplias y aceptadas socialmente como las películas de cine. Hasta cierto punto, una película políticamente correcta es una forma de legislar sin ley. Es decir, artefactos que se enmarcan en lo que cada sociedad en cada momento, según progresa moral y políticamente considera que es aceptable.
Las bondades de lo políticamente correcto
‘El método Williams’ nos habla de la inclusión racial y reivindicación de género y colateralmente de muchas otras cosas. Encierra en sí misma temas capitales que estiman cierto grado de madurez como sociedad. Es casi un constructo de su tiempo que desde el presentismo nos congratulamos. Y la aplaudo y está bien que exista, incluso su tono autocondescendiente e indulgente lo asumo en pro de una historia de superación que tiene sentido y su razón de ser.

Concretamente la película del realizador Reinaldo Marcus Green indaga en la vida de un padre (Will Smith) que, obcecado con alejar a sus hijas de los conflictos raciales de las calles de Compton, California, utilizará métodos poco convencionales para criarlas y convertirlas en ciudadanas no sólo ejemplares, también referentes inspiradores. Dos iconos del deporte mundial. Dos ejemplos de superación. Es el biopic del padre de Venus y Serena Williams.
Puestos en situación y con toda la buena nueva que nos trae, de enseñanza y ejemplo de esfuerzo, tampoco puedo ignorar que en demasiados aspectos el recorrido que nos propone no pasa de lo superficial y lo sentencioso. Culminado, eso sí -y eso es casi lo mejor de la película-, en una excelsa y larga secuencia que si nos esforzamos, podría funcionar como alegoría y paradigma de las trabas que comporta nacer mujer y con el tono de piel equivocado en el país equivocado. Eso es la película. Inspiradora casi a pesar de sí misma. Suscitando ideas poderosas matizadas por las convenciones que demande el gran público. Un biopic con claros y oscuros y una limitadísima gama de grises.
Sus concesiones y sus ganas de encasillar su potencial crítico en fórmulas que toleren las grandes masas la evocan a una narrativa más digerible pero menos interesante. Gustará, supongo, dependiendo de lo cómodo que esté cada uno viendo cómo todo se acomoda a ciertos códigos prefabricados que colinden en un clímax que, por más emocionante que sea, carezca de verdadera hondura y asuma sin decoro el efectismo.
El método Smith
Y es una pena que sea así por la enjundia que presenta su premisa. Sin embargo, la película gana enteros en la cancha, tiene buenas ideas coreográficas de juego que funcionan al unísono en sus dinámicas del tuya mía; como una suerte de golpe y respuesta, lucha y resiliencia. Will Smith encarna perfectamente esa idea, capaz de insuflar fuerza y carácter cada vez que vislumbras en él una honrosa y admirable resistencia de esquivar sensacionalismo y construir algo realmente genuino que, ni siquiera la brocha gorda de la narración es capaz de tapar. Y a pesar de estar relegadas a un segundo plano, las jóvenes Williams echan el resto. Realmente hay un buen trabajo de dirección de actores. De hecho, la película funciona gracias a ellos.
Con todo, ‘El método William’ transita con validez por todo el peso social que arrastra, jugando siempre sobre seguro, sin riesgo ni verdadero conflicto -y eso sí es llamativo- simplemente como expresión de lo que merece ser dignificado y admirado, que sin duda, no es poca cosa.
A recordar: Ante todo funciona como vehículo para que Will Smith saque a relucir sus recursos interpretativos.
A olvidar: Una historia tan poderosa merecía mayor altura de miras, riesgo y compromiso.
