Review de ‘Licorice Pizza’, de Paul Thomas Anderson
Esa estrecha grieta entre el tiempo finito y limitado de la vida y el tiempo intemporal -si es que tal expresión quiere decir algo- nos evoca a otra cosa, a una especie de anacronismo existencial en el que algunas películas son capaces de habitar, y en las que te quedarías a vivir en ellas para siempre.
“Licorice Pizza” nos habla de eso, de otro tiempo y un primer amor. Es la historia de Alana (Alana Haim) y Gary Valentine (Cooper Hoffman), de cómo se conocen, empiezan a salir, rompen y acaban enamorándose en el Valle de San Fernando en 1973.
Y ya está. Esa es la trama. Chico conoce a chica. Aparentemente otra coming of age, pero recuerdo “Baisers volés” de Truffaut, también “Jules et Jim” y algo de ese espíritu y vitalidad recoge Paul Thomas Anderson. Ojalá todas las películas que hablan de amor pudieran ser tan libres como la suya, y con esa sempiterna fascinación por atrapar el momento.
Desde el ligero vaivén emocional
Todo fluye sin grandes accesorios en su esquinado humor, tampoco nada especialmente dramático. Es el vaivén de la vida. Hasta parece despojada de una estructura narrativa orgánica mínimamente convencional o clásica. Y ya me perdonaréis, pero no hay muchas películas ni historias que sean capaces de construirse así, fortaleciendo su narrativa y haciéndola avanzar a partir de pequeños hallazgos que casi se diría que son azarosos y a partir de la observación; y de los personajes de paso como los que aparecen aquí.

Y habrá quien no reconozca en nada de lo que hacen los secundarios un solo gramo de verosimilitud, tampoco reconocerían la sensatez de Quijote siglos después. Sean Penn, Tom Waitts, Bradley Cooper (al que tenemos también en cartelero ahora mismo con ‘El Callejón de las Almas Perdidas‘, de Guillermo del Toro) constituyen parte de esa idea, de ese tiempo pretérito idealizado por el propio director. Porque esta película está escrita desde la fascinación y ellos, funcionan como residuos idealizados cinéticamente, y son fascinantes y existieron de verdad (os recomiendo que busquéis la biografía de Jon Peters, el personaje interpretado por Bradley Cooper).
Y estaría bien que “Licorice Pizza” sirviera también de preludio de cosas grandes, más si cabe, para sus dos jóvenes protagonistas. La energía que transmiten compartiendo plano es abrumadora. Tiene algo de idiosincrasia interna e íntima para la propia filmografía de Anderson haber escogido al hijo del fallecido Phillip Seymour Hoffman. Espero que la herencia del padre y el apoyo del director le sirvan para seguir creciendo, y llegar a esos sitios y a esas vibraciones tonales que su padre sólo revelaba en las películas de Anderson. Tampoco ella se queda atrás llevando buena parte del peso del metraje. Tengo entendido que además era su debut cinematográfico. Es una de las interpretaciones noveles más notables que puedo recordar.
En tono y forma
Tan elegante en su minimalismo impresionista. De meticulosa reconstrucción epocal, con el cuidado compositivo y las alusiones de la cultura popular precisas, pintada por la luz granulada y de relieve de los 35 mm. Es una película que parecería estar filmada en los años 70 y que debería ser vista en la gran pantalla.
Todo su abanico expresivo obedece a una mirada autoral, a un lenguaje sabio y controlado. Imágenes fluidas, secuencias líquidas, y la insólita capacidad de magnificar el comportamiento humano desde la ligereza. Y, desde la ligera gravedad de la película, os la resumiría como una arrebatadora y colorida oda a la memoria de aquellos años y al amor.
A recordar: Hay pocas películas que transmitan con tanta ligereza en forma y profunda de emociones lo que significa ser joven.
A olvidar: No se me ocurre nada, así que diré que quizá y sólo quizá, es una película que para lo que nos cuenta podría durar un poco menos… o no.
Hay pocas películas que transmitan con tanta ligereza en forma y profunda de emociones lo que significa ser joven.
No se me ocurre nada, así que diré que quizá y sólo quizá, es una película que para lo que nos cuenta podría durar un poco menos… o no.