Review de Spider–Man: No Way Home (Sin Spoilers)
Cuesta creer que el momento haya llegado finalmente. ¿Cuántos llevan los fans del hombre araña esperando algo así? El concepto del multiverso arácnido se ha convertido en un icono pop que ya no responde ante generaciones de fans. Da igual si creciste con los cómics, con las películas (tampoco importa con cual de las versiones) o con las series animadas (si es tu caso, esta película te hará volver a tiempos preciosos).
Peter Parker ha sido desenmascarado. El mundo entero conoce su secreto y la revelación no puede llegar en peor momento. No todo el mundo ama a nuestro amigo y vecino Spiderman, y la presión mediática se convertirá en todo un problema para él y sus seres queridos. En busca de una solución, Peter acudirá a su antiguo compañero Stephen Strange. Pero el uso de la magia traerá consecuencias con las que nadie contaba.
El superpoder de la madurez
Esta tercera entrega del Spiderman de Tom Holland, pese a usar deliberadamente el fan service como núcleo de su existencia, apela a algo mayor que eso y que todos los adoradores del personaje sienten familiar: el conflicto del eterno Peter Parker. Un personaje empático cuyo sino se repite independientemente del universo, adaptación o formato al que pertenezca. Una pugna anclada al crecimiento físico y personal. Un paralelismo que siempre acaba explorando el modo en que decidimos procesar los impactos de la vida. Aquello que sentimos y sentiremos con independencia de que seamos o no capaces de lanzar telarañas.
A estas alturas nadie puede poner en duda el ojo de Kevin Feige y su equipo. Su capacidad de trabajar en perspectiva es lo que ha llevado el nuevo universo cinematográfico Marvel al olimpo de popularidad en el que ahora mismo se encuentra. Y eso, más allá de su intachable material base, es gracias a haber sabido trabajar con esta materia prima con el mimo y precisión necesarios. No nos olvidemos de que hicieron falta más de 20 películas para llegar a “Infinity War” (Anthony Russo & Joe Russo, 2018), y su impacto no hubiese sido tan siquiera parecido de no contar con el colchón emocional que aporta no solo una buena construcción de universo y personajes, sino el paso del tiempo.

Nombres y méritos propios
La evolución del Spiderman de Holland ha sido extraña e irregular. Siempre ligera y casi se podría decir que nacida de una realidad alternativa. Lo cual vuelve a recordarnos que los pasos de Marvel nunca son fruto del azar. El personaje, bajo las condiciones en que ha sido diseñado, necesitaba una película como No Way Home para empezar a explotar su verdadero potencial. Una en que el Peter Parker se deshiciese por fin de tutores legales y pudiese finalmente enfrentarse al mundo y consecuencias a su modo. Es precisamente en este retrato, clásico pero novedoso, del personaje donde la película mejor funciona. Obviamente las apariciones estelares, referencias y un sinfín de diálogos que volverán locos a los fans son los que arrancan aplausos y vítores en la sala, pues esta es una película evento. Pero lo que al final nos llevamos a casa es la emoción de haber asistido a la transformación de nuestro personaje favorito. Una transformación emotiva, oscura y humana.
De hecho, todos los personajes que nos han acompañado hasta ahora, héroes y villanos, participan de esta emoción. Bien nivelados y desarrollados. No hay un solo personaje que flojee esta vez. Algo que podía haber fallado estrepitosamente (de nuevo) tratándose de tal maraña de arcos y de un numero tan elevado de personajes que el público quiere ver relucir. Entre estos destacan, obviamente, un Tom Holland en un registro algo distinto al que nos tiene acostumbrados y que le sienta como un guante, un Willem Dafoe como duende verde tan desquiciado y aterrador que podría surgir directamente de una hipotética secuela de “El Faro” (Robert Eggers, 2019) y una Zendaya que sigue moldeando una MJ única y personal, que además esta vez hace un genial equipo junto al Ned de Jacob Batalon. Además, siempre es un placer volver a ver al Doctor Extraño de Benedict Cumberbatch, que lejos de ejercer de sustituto de Tony Stark, supone otro punto de presión en el conflicto que supone un cruce de universos visuales magnifico. Y es que, si bien es cierto que la personalidad como director de Jon Watts nunca ha destacado especialmente por encima de la media de la compañía, esta tercera entrega cuenta con ciertos despuntes visuales que juegan en una liga bastante superior a la de sus predecesoras. Especialmente remarcable es la batalla en la autopista, que además de suponer un punto de inflexión dentro de la propia trama, cuenta con un pulso y estilo encomiables.
Si bien es cierto que Spider-Man: No Way Home está a un click de llegar a la excelencia de los cabezas de cartel de Marvel, también lo es que, a nivel de evento, juega en la misma liga. Prueba de ello son el tremebundo éxito que se le prevé, las mallas de arácnido en las colas de los cines y el estado de ebullición el que se encuentra internet en este momento. Poder salir de la sala satisfecho y emocionado de una película que supone un reto tan descomunal para si misma es algo que, posiblemente, deberíamos tener en mayor consideración.
A recordar: El evento, la madurez y, por supuesto, mil y un guiños y momentos que claman aplauso.
A olvidar: los trolls de internet que busquen deliberadamente aguarles la experiencia a otros.