Rushmore

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Una realidad, pese a quien le pese, es que hoy en día el cine de autor para un público masificado, está en extinción. Las grandes exigencias que las productoras imponen a sus trabajadores, dificultan una plena libertad a la hora de crear imágenes. Lo importante es la narrativa y tiene que entretener, no asustar, hacer reir y lo más importante ser rentable. Por eso mismo, hoy en día son contados los que crean películas de una manera personal e inconfundible, hablando siempre desde un ámbito comercial y global. Entre ellos, podríamos nombrar a varios directores que se han ido creando una reputación, hasta tal punto de reconocerlos a través de las imágenes que nos plantean. Quentin Tarantino, Martin Scorcese, Xavier Dolan, Asghar Farhadi, Pedro Almodovar, Guy Ritchie… No obstante sin ningún tipo de duda, uno de los artistas que mas ha ido acentuando esta condición, es Wes Anderson.

Rushmore es una película muy completa. Con mensaje, humor, emoción, ritmo y artística, muy artística. Anderson hace casi 20 años, ya dejaba detalles de un estilo que sin duda ha ido perfeccionando, cada vez haciéndolo más suyo, convirtiéndo sus películas en algo único y exclusivo.

La película habla de la infancia, los deseos, la educación, y cómo no, del amor. Trata sin embargo el ámbito amoroso desde un punto de vista poco corriente, y lo analiza a varios niveles. Haciéndonos meditar sobre cuanto de necesario es el amor en nuestras vidas y como ello puede darle sentido a todo por un lado, y cómo la adolescencia nos lleva hacer tonterías por el deseo, partiendo siempre desde una inmadurez justificada. El film fragmenta ese misma temática en dos vertientes, la de un joven pretencioso, indeciso, quien se averguenza del trabajo de su padre y cree que el éxito en la vida solo reside en lo ecónomico. Y en la cara opuesta nos muestra a Bill Murray, amargado, triste, tremendamente rico y con una familia que repugna rotundamente. Este personaje totalmente reflexivo puede sugerir uno de los principales temas la película, como ciertas educaciones nos imponen unos prejuicios y unos objetivos para alcanzar el éxito, cuando en realidad el éxito no tiene por que ser sinónimo de felicidad. Pese a estar contemplada desde un punto de vista totalmente irónico y cómico, el film contiene una sustancia amplia, cargada de múltiples subtextos.

Por eso mismo, a nivel de guión, los personajes están construidos perfectamente y funcionan muy bien entre ellos, desde los principales, a los secundarios, quienes nos ayudan a profundizar más en el protagonista.

A nivel de dirección es excelente. Sí es verdad que no resulta tan llamativa como las últimas obras de Anderson. A nivel visual no produce los mismos estímulos, no obstante las composiciones están muy trabajadas, una dirección menos llamativa pero igual de eficiente para la narrativa, o incluso más. También es algo excepcional la utilización de la música, es una parte vital del film que complemente las imágenes de una manera muy acertada. El recurso del telón y los meses para distribuir el diseño argumental es original y se vincula con una de las subtramas del metraje, las obras de teatro. Todo asociado, como debe ser.

Un gran film, recurrente, divertido, reflexivo, aconsejable 100×100%

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